La innovación requiere la implicación de científicos, clínicos, gestores y pacientes

Ni pugnas entre oncólogos “derrochones” y servicios farmacéuticos; ni “binomios innovación/atentado a la sostenibilidad”. El valor terapéutico de los nuevos medicamentos biológicos es un hecho para todos los actores del proceso, que coinciden en la necesidad de mejorar los diagnósticos, crear sinergias informativas y formación en farmacoeconomía para poder financiarlos.

El Instituto Roche reunió el 18 de diciembre en el Colegio Oficial de Médicos de Cantabria a clínicos, investigadores y gestores en una sesión sobre Innovación y Sostenibilidad en el sistema sanitario. El dilema consiste en encajar las nuevas terapias, de coste creciente, en sistema sanitarios públicos asfixiados desde hace años por la insuficiencia financiera. Antes que recortar, los protagonistas defienden que hay instrumentos de racionalización desde los mismos inicios del proceso.

Desde la investigación preclínica, según explicó Fernando Rivera, adjunto de Oncología Médica del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. “Colocar un medicamento en el mercado costaba en 1976 unos 50 millones de dólares y hoy 2.500. Tenemos que reflexionar si la investigación tiene que ser tan cara. Probablemente tengamos que hacer mejor investigación preclínica para pasar a la clínica con ciertas garantías de éxito: los ensayos clínicos tendrán que ser más funcionales”, mantuvo el doctor Rivera. 

Cantabria 18 de diciembre Instituto Roche

El papel del diagnóstico
Siguiendo con el proceso, los ensayos clínicos son en sí mismos “inflacionistas”, a juicio del oncólogo del Hospital Marqués de Valdecilla, José Manuel López Vega. “Las instancias directivas, en materia de innovación y ensayos clínicos, tienen que crear foros abiertos para discutir la metodología y cualquier resultado se tiene que abordar en comités polifacéticos con profesionales autónomos que tengan distintas áreas de interés”, recomendó el oncólogo especializado en cáncer de mama.

Para Miguel  Ángel  Piris,  director  científico  del  Instituto  de  Investigación  Marqués  deValdecilla (IDIVAL), el diagnóstico es clave para la sostenibilidad.  Así explicó que “el proceso consiste en cómo trasladar resultados experimentales a la práctica clínica y cómo hacerlo disminuyendo el coste y aumentando el beneficio técnico. Todo gira en torno al diagnóstico. Es lo que permite el tratamiento con el mínimo coste”, añadió. 

Retornos de la investigación
De su experiencia como director del programa de patología molecular Centro  Nacional  de  Investigaciones  Oncológicas (CNIO) y ahora al frente del IDIVAL, el doctor Piris subraya las condiciones indispensables para una investigación traslacional con resultados exitosos: identificar un problema clínico relevante, utilizar la mejor tecnología en almacenamiento de información, además de un mínimo de inversión mantenida en el tiempo. “No se puede hacer investigación socialmente relevante a menos que se tenga estabilidad”. 

El tiempo en investigación se puede medir en años, pero también en los retornos económicos que genera si los resultados finales son buenos. O dicho en palabras de Piris, si en lugar de buscar el impacto científico, persigue cambiar la vida de los ciudadanos. En este sentido, el investigador marcó como asignatura pendiente de la ciencia española el aprendizaje sobre cómo transferir la información, porque hoy la mayoría del rédito del conocimiento generado en nuestros laboratorios termina en las empresas que han comprado los derechos. 

Formación en farmacoeconomía
Como ya indicara Fernando Rivera, el también oncólogo López Vega hizo hincapié en la necesidad de introducir el elemento eficiencia en la incorporación de la innovación, un riguroso análisis coste/utilidad, y lamentó que en estos momentos, a su juicio, los clínicos no se encuentran en esa tesitura. “Es imperativo que todo el personal se forme en cuestiones farmacoeconómicas”, subrayó.

Existen pocas dudas entre los clínicos sobre las virtudes de algunas terapias biológicas en curar o detener la progresión de una enfermedad, como admitió Ricardo Blanco, adjunto del Servicio de Reumatología del Hospital Valdecilla. Las no demasiado antiguas imágenes de deformaciones causadas por la artritis reumatoide –patología que afecta a entre un 0,5 y 0,7% de la población- dan paso a otras con menor daño estructural. Casi un 70% de los enfermos tratados pueden vivir en buenas condiciones. “Hoy tener una artritis reumatoide no es una desgracia porque el cambio terapéutico ha sido enorme”, indicó Blanco.

El problema es el coste para un sistema público, endeudado y con una población cada vez mayor gracias a los avances médicos. Lo saben los gestores sanitarios como Carlos León, director gerente del Sistema Cántabro de Salud quien empezó por reconocer “el gran impacto de las innovaciones en la sostenibilidad del sistema”. Consciente, no obstante de su valor terapéutico, admitió que la sostenibilidad no depende solo del precio del medicamento, sino que también existen costes indirectos. “Si tuviéramos verdaderos sistemas de contabilidad analítica, veríamos que el gasto es mucho mayor del que pensamos, y ya pensamos que es alto”. 

Momento ciudadano; momento paciente
“Para poder sostener el sistema y ante los muchos actores que participan en él (Ministerio, comunidades autónomas,, industria y ciudadanos), es necesario que nos coordinemos de tal manera que podamos administrar los tratamientos adecuados, no limitados por precio; no limitados por intereses, sino que sean aquellos que realmente se puedan sostener”, incidió el gerente cántabro. Si pacientes. También pacientes. O ciudadanos. Depende del momento en el que se encuentren. León apeló al compromiso de la población, pero se preguntó si responde igual la población cuando está sana o enferma. “Si trasladamos al ciudadano la corresponsabilidad, ¿entenderían que repartiéramos los recursos hacia un lado o a otro, si los llevamos hacia la hepatitis o el cáncer, hacia el sida o la hepatitis? Podrían ayudarnos; podrían participar. Todo depende de si están en el momento ciudadano o en el momento paciente”. 


Precio por indicación
Federico Plaza, Vicepresidente del Instituto Roche, tuvo que recordar la insolvencia financiera que arrastra hace décadas la sanidad pública española y tuvo que recordar que, desde la culminación de las transferencias, el dinero que reciben las comunidades autónomas de los presupuestos generales no tiene carácter finalista. Con estos mimbres, los recortes han afectado a la industria, pero según sus datos, más a los medicamentos innovadores que al resto del mercado farmacéutico.

En respuestas al sentir general de clínicos y gestores, los laboratorios también están interesados en registrar y compartir información sobre el comportamiento de las terapias en condiciones de práctica real, no sólo en ensayo clínico y ajustar a ello su financiación pública. “El reto es pasar de un precio indiferenciado a pagar por la indicación, por el valor real del uso que se le da a cada paciente. Así, por lo menos tenemos un escenario predecible”, dijo Plaza. En atención al valor terapéutico demostrado por algunas innovaciones, el Vicepresidente de Roche apostó porque los recursos que se libran tras el vencimiento de las patentes se reviertan en la incorporación de medicinas innovadoras.