Medios y fines en la comunicación social de la ciencia

Miguel Moreno Muñoz
Doctor en Filosofía, Máster en Bioética por la Universidad
de Las Palmas y especialista en Comunicación Social de
la Ciencia en Medicina y Salud.

1. Una difusión de eficacia limitada

Las instituciones y agentes implicados en la difusión de resultados de la investigación científica tienen hoy a su alcance medios técnicos con un potencial sin precedentes. A la versatilidad de los soportes y canales de difusión tradicionales gestionados por la industria editorial se suman los medios audiovisuales de comunicación de masas y las posibilidades de convergencia de soportes, distribución y accesibilidad que ofrece internet.

Desde la invención de la imprenta, el libro como soporte revolucionó las posibilidades de acceso público a la cultura y el conocimiento. Las redes de bibliotecas y hemerotecas ubicadas en las instituciones de educación superior han proporcionando el suministro constante de información cualificada que necesitan los estudiantes de disciplinas universitarias y los profesionales de mayor nivel. Otras redes, entre ellas las bibliotecas municipales y las escolares, han servido para satisfacer de manera muy diversa demandas culturales complementarias para otros segmentos de la población. Por su propia historia y naturaleza, las bibliotecas y hemerotecas son instituciones centradas mayoritariamente en el libro o la revista como soporte de información, con las limitaciones de acceso que esto supone. Además, son caras de mantener porque necesitan mucho espacio para sus fondos y personal cualificado para una gestión o dinamización eficaz.

En muchos aspectos, instituciones como las bibliotecas tradicionales desempeñan una labor insustituible y, cada vez más, incorporan herramientas de acceso a la información y gestión de obras o productos culturales en diferentes soportes (DVD, CD-ROM, suscripción a revistas electrónicas, etc.). Sin embargo, en lo que a la difusión de cultura y alfabetización científica se refiere, ni las redes de bibliotecas ni el largo período de escolarización o formación preuniversitaria parecen suficientes para proporcionar resultados satisfactorios en la mayoría de los países europeos. Incluso puede apreciarse un claro retroceso en el papel que los ciudadanos otorgan al sistema educativo y a su formación escolar para configurar sus representaciones del mundo, su conducta como consumidores y usuarios o su cualificación profesional. Según la FECYT , el promedio en 2004 para estos indicadores era superior a 3,1 –en una escala de 1 a 5–; pero en 2006 pasó a situarse entre 2,4 y 2,7 (pág. 239). Los resultados de estos estudios recientes muestran con claridad que la población española está, en general, poco satisfecha con su nivel de formación científico-técnica y que empeora la percepción de utilidad del conocimiento científico-técnico aprendido (cae una media de 0,66 puntos en una escala de 5, respecto a la encuesta de 2004).

2. Intereses y medios para la alfabetización científica

Quizás por tratarse de dominios de actividad muy dinámicos, complejos y en constante evolución, las opiniones de los ciudadanos europeos sobre ciencia y tecnología parecen estar mucho más influidas por los medios de comunicación, en especial la televisión, que por sus aprendizajes y lecturas en las etapas de escolarización obligatoria o posteriores. Existe, además, una importante demanda teórica de contenidos informativos relacionados con medicina y salud, medio ambiente o temas científicos y novedades tecnológicas en general. En el estudio de la FECYT , el tópico “Medicina y Salud” figura en segundo lugar, después del tópico “Deportes”, en cuanto a interés informativo. Los temas ambientales ocupan el noveno lugar y los de ciencia y tecnología el décimotercero, con una diferencia de entre 17 y 20 puntos respecto al primero. Más del 45% consideran insuficiente la información científica en prensa, radio y televisión. El barómetro del CIS parece confirmar esta tendencia y muestra que un 69,3% de los ciudadanos españoles trata de estar informado sobre Salud y medicina, un 63,4% sobre Ecología y medio ambiente, y un 44,9 sobre Ciencia y tecnología (pág. 11).

De entrada, los temas de ciencia y tecnología o afines configuran un área de interés potencial para algo más de la mitad de la población, lo cual explicaría la importante tirada de algunas revistas de divulgación científica. Esta demanda estaría muy lejos de ser satisfecha en la práctica, al menos en el marco del panorama mediático de la última década. Así lo apuntaban ya algunos datos aportados en el I Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia (Granada, 1999), según los cuales habría un déficit del 43% en información sobre avances médicos, del 37% en lo que se refiere a descubrimientos científicos y del 30% sobre ecología y medioambiente, frente a un 5% de exceso de información política (en información deportiva estarían equilibradas la oferta y la demanda).

Desafortunadamente, el estudio de la FECYT muestra que los hábitos de lectura y los índices de audiencia apuntan en otra dirección. Mientras los programas informativos cuentan con un seguimiento del 70%, las películas del 56%, las series de TV del 43% y los deportivos del 30%, los programas sobre ciencia y tecnología apenas alcanzan el 6%, y los programas sobre naturaleza/ecología no pasan del 10%. Un 44% de la población no lee ningún tipo de libros, quienes lo hacen se decantan mayoritariamente por la novela (43%) y sólo un 8% lee libros sobre medicina y salud. Apenas un 5% lee sobre ciencia y tecnología.

Con estos datos en perspectiva, es preciso reconocer que los obstáculos para incrementar la alfabetización y cultura científica de los ciudadanos españoles son importantes. Revelan una combinación poco afortunada de carencias educativas, motivaciones e intereses reales cuyo efecto amplifican las opciones y preferencias estratégicas sobre contenidos en los medios a su alcance. Si exceptuamos algunos organismos estatales o autonómicos, fundaciones e instituciones educativas sin ánimo de lucro, son muy pocos los agentes sociales que de manera expresa incluyen la alfabetización científica o la promoción cultural de temas afines (ambientales, tecnológicos, sanitarios, etc.) entre sus fines prioritarios.

Por tanto, sería una ingenuidad esperar que la oferta informativa y los contenidos suministrados por los medios tradicionales puedan responder, espontáneamente, a objetivos socialmente ambiciosos de educación y alfabetización científica. Esto no impide que puedan desempeñar una labor importante, y quizás insustituible, en esa dirección. Todo dependerá de su flexibilidad para adoptar criterios estratégicos compatibles con las demandas de una ciudadanía cada vez mejor informada, más crítica, más autónoma y con mayor iniciativa para contrastar fuentes o buscar y filtrar contenidos específicos. En definitiva, decidida a reducir su vulnerabilidad ante los problemas ambientales, médicos, científicos, económicos o sociales que más les conciernen. Quienes aspiran a formar parte de una ciudadanía democrática con pleno potencial para la cooperación y la transformación social necesitan bastante más que “haber oído hablar” de tópicos como la investigación con células troncales, la biotecnología agroalimentaria, la farmacogenética, internet, el cambio climático o las nanotecnologías.

3. Nuevos desafíos para la comunicación social de la ciencia en medicina y salud

Frente a lo que Ignacio Ramonet (director de Le Monde diplomatique) considera un declive en el poder de los medios generalistas y la prensa tradicional, asociado, entre otros factores, a una creciente pérdida de credibilidad y a la irrupción de la prensa “gratuita”, que ha disparado sus tiradas, internet emerge como canal privilegiado de acceso a la información que incorpora cada día a miles de usuarios nuevos. Es el único medio que crece de manera significativa y constante, con una penetración en los hogares españoles que pasó del 31% en 2005 al 41% en 2008, según un estudio reciente de la Fundación BBVA. El 44% de los españoles de 14 años o más se ha conectado a Internet en los últimos 3 meses, 7 puntos más que en 2005.

Aparte de ser el único medio capaz de restar audiencia a la televisión, internet es un medio de naturaleza completamente diferente a los convencionales. Junto a información estática que difiere poco de los soportes impresos tradicionales, proporciona acceso a potentes herramientas de búsqueda y a contenidos interactivos que responden mucho mejor a las necesidades y demandas de usuarios muy diversos. Hace posible contrastar múltiples fuentes sobre un mismo tema, reduce la dependencia de los grandes grupos mediáticos y permite rastrear la evolución de contenidos que en soporte impreso u otros medios convencionales resultan efímeros o están sujetos a ciclos informativos y criterios de oportunidad. Esta característica resulta mucho más compatible con la complejidad de análisis y apreciación de detalles que a menudo requiere el seguimiento de las noticias sobre medicina y salud, o sobre ciencia y tecnología en general. La comprensión y asimilación de contenidos de cierta complejidad, incluyendo nociones claras sobre algunas de sus implicaciones (éticas, sociales, legales, etc.) requiere un acceso gradual y personalizado, según los intereses y conocimientos previos de cada individuo.

Las condiciones que posibilitan una lectura o seguimiento atento y reflexivo son difíciles de conseguir en los encuadres y géneros más usados para la divulgación de información sobre ciencia y tecnología, puesto que presuponen un destinatario genérico de muy escasa formación. En los medios de masas parecen consolidarse otras tendencias ligadas a la cultura de masas: simplificación extrema de los mensajes; rapidez, inmediatez y fugacidad de contenidos; el imperativo de “entretener/distraer” y la carga emocional para digerir cualquier contenido. Sobran o incomodan estilos de periodismo críticos y reflexivos, capaces de proporcionar análisis en profundidad de problemas científicos o sociales, dirigidos a ciudadanos con responsabilidad cívica más que a clientes ociosos o meros consumidores de titulares y comunicados de agencia prefabricados.

4. Relevancia ética de los aspectos técnicos

Cuando determinados aspectos técnicos de un proceso o sistema de comunicación abren posibilidades inéditas, que pueden ampliar la autonomía y libertad de los destinatarios, adquieren relevancia ética. Su descuido puede equivaler a una forma de censura, aunque sea por la inercia generalizada de sistemas o modelos menos eficientes. El retraso en adoptar tecnologías y medios que favorecen el acceso a contenidos, la descentralización, la disponibilidad permanente, el contraste de fuentes y la reducción de costes obstaculiza la cooperación social en la difusión del conocimiento. Reduce las posibilidades de alfabetización científica para muchos ciudadanos y con ello sus oportunidades de participar libremente en la vida cultural de sus comunidades, de gozar de las artes y de beneficiarse del progreso científico-técnico ( Declaración Universal de los Derechos Humanos , art. 27).

Internet deja –todavía– un espacio de libertad mayor que los canales convencionales porque permite a cada usuario recuperar, contrastar y seleccionar contenidos en función de sus intereses específicos y capacidad de comprensión, desde aquellos ofrecidos por algunos medios a lo largo de años hasta los suministrados en las últimas horas por agentes muy especializados. Además, los contenidos publicados en internet tienen un destinatario potencial de alcance mundial, su disponibilidad es inmediata y no están sujetos a las limitaciones de acceso físico y costes elevados que tienen las emisiones o mecanismos de distribución de los medios convencionales. Esto explica el auge de las publicaciones científicas en soporte electrónico.

La eficacia de las herramientas de búsqueda y la posibilidad de acceso inmediato a los contenidos, sean o no de pago, han convertido a las publicaciones electrónicas en el medio preferido de intercambio y acceso al conocimiento para toda la comunidad científica, con una tendencia creciente a reforzar los contenidos de libre acceso (modelo open access). Si esta tendencia se consolida –a través de iniciativas como PLoS , por ejemplo–, cualquier noticia o información en internet sobre medicina y salud podría incluir enlaces a los artículos originales aparecidos en revistas científicas especializadas que respaldan su contenido. Aunque no vayan a ser consultados por todos los lectores potenciales, aportarían mejoras considerables en la calidad y fiabilidad de la información que los ciudadanos tienen a su alcance. Permitiría, además, comprobar si el contenido retórico o la relevancia dada a la noticia en diversos medios se corresponde con la calidad o alcance de los resultados originales. Esta tendencia puede constatarse ya si comparamos la información que aparece en los medios electrónicos especializados en medicina y salud con la que podemos encontrar en las secciones de la prensa generalista dedicadas a los mismos temas.

Todos los agentes interesados en promover una mayor cultura científica en cuestiones ambientales, medicina y salud, aplicaciones biotecnológicas, tecnologías de la información o energías renovables tienen hoy a su alcane la posibilidad de convertirse en emisores con una audiencia de alcance planetario, limitada sólo por el idioma y la disponibilidad de infraestructura de acceso. Muchos de estos agentes consideran internet como un cauce más para su actividad comercial. Pero otros, en particular fundaciones e instituciones sin ánimo de lucro, tienen a su disposición un medio de enorme y creciente potencial donde proyectar sus objetivos socio-culturales.

Algunas de estas fundaciones se hayan vinculadas a grupos industriales o empresariales cuya competitividad depende estrechamente de su capacidad para la innovación y la excelencia científica. Para estos agentes resulta crucial el apoyo social procedente de una ciudadanía crítica y bien informada, pero a la vez consciente de los beneficios sociales de la actividad científica en ámbitos como el de la investigación biomédica. Los propios investigadores tienen a su alcance herramientas idóneas para contribuir, de manera directa, a consolidar una cultura científica que, dentro y fuera del ámbito europeo, constituye una sólida garantía contra la vulnerabilidad radical asociada al dogmatismo, la ignorancia y la superstición. El hacer uso de ellas seguramente constituye una ampliación natural del repertorio de obligaciones que configuran hoy su responsabilidad profesional.

Miguel Moreno, 24/05/2008

Documentos de interés:

– FECYT, III Encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España 2006.

– Fundación BBVA, Segundo Estudio internacional sobre Actitudes hacia la Biotecnología . 2008.

– Fundación BBVA, Segundo Estudio sobre Internet en España , mayo de 2008.

– CIS, Estudio nº 2.705, barómetro de mayo de 2007.